Ahí donde descolgamos los abrazos que damos, pero que en realidad queremos recibir, allí donde la tormenta amenaza con sus relámpagos y truenos pintando en el cielo el reflejo de lo que sentimos dentro. Esa implosión que te lleva a una sensibilidad extrema y nos hace vulnerables. Allí en la búsqueda del placer a través de nuestro paladar. Allí en la búsqueda del placer infundido en la pasión, en la fricción de los cuerpos para estallar sacando toda esa tormenta de nosotros. Allí en donde al abrir los ojos y sentir el palpitar del corazón nos damos cuenta que la tormenta sigue ahí, con mayor intensidad, en donde nos convertimos en nadie, en pequeñas partículas de nuestro ser y cuando intentamos ponerle palabras decimos que el mundo está roto de amor.

Rotos estamos nosotros en el mundo, en la soledad, en el desamor, en el maldito tiempo que no podemos ni acelerar ni retroceder, el tiempo que es presente nada más. el tiempo que nos mantiene en la incertidumbre de cuándo vamos a sanar las heridas y poder abrir el corazón nuevamente.

La vida nos va atropellando, la música nos quiebra con cada letra y melodía dejando aturdido el corazón cuando lo que más amamos es oírla.-

Corremos sin huir y huimos sin correr. Perdidos, aturdidos, confundidos, solos pero acompañados, acompañados pero vacíos. Horas de cariño que ante esta tempestad son solo segundos y que no sabemos si abrazarnos a ella y liberarnos o huir para siempre por miedo a sufrir o lastimar.

Los días son vértigo constante, son montañas rusas a las que nunca quise subir, pero sé que no es un riesgo enamorarse, es un riesgo no hacerlo. Quisiera no pensar en nada...pero lo pienso todo.

Aun no puedo hacer un trato con el tiempo. Tan solo puedo aceptar que hoy, en este momento...no quiero cambiar nada, quiero sentirlo todo, para no olvidarme jamás que este no es el lugar donde quiero que viva mi corazón.-

Desde el alma, hoy y esta vez no se si hasta siempre.